Patitos de goma como fuente de conocimiento científico
Buenos días y bienvenidos a Happy Mapping. En esta ocasión no vengo a contar nada relacionado con las herramientas para realizar mapas turísticos sino a compartir esta historia con la que me topé hace tiempo y me pareció muy curiosa: cómo unos patitos de goma han contribuido a conocer el comportamiento de las mareas.
Vamos a empezar por el principio; En el año 1992 un buque de carga que zarpó desde Hong Kong con destino a América se topó con una tormenta en pleno Océano Pacífico, justo donde se separan los hemisferios occidental y Oriental. Debido a los balanceos del barco, algunos de los contenedores cayeron al mar y uno de ellos se abrió. El contenido del contenedor eran 29.000 juguetes de plástico para jugar en la bañera.
Empujados por las corrientes oceánicas, éste ejercito de patitos, tortugas, ranas entre otros empezaron una travesía que duraría años, en concreto 11 hasta que empezaron a llegar a algunas costas de América y del Polo Norte. Aunque se tratara de una catástrofe medioambiental debido a la cantidad de plástico que quedó a la deriva en el océano, los científicos, observando el lugar y el tiempo en que aparecen estos juguetes en las playas, han podido estudiar las corrientes oceánicas de una manera que no había sido posible antes.
Recorrido de los patitos por los océanos a lo largo de los años. |
Ebbesmeyer e Ingraham fueron introduciendo los resultados en un programa de ordenador que simulaba el movimiento de la superficie del mar cuando había viento y aquellos informes fueron útiles para 2 cosas: comprobar si el programa de ordenador (diseñado por uno de ellos) era fiable y predecir el comportamiento de las mareas en el futuro.
Las predicciones del ordenador acabaron el en Atlántico, por lo que se cree que los patos recorrieron congelados todo el Ártico hasta llegar al Atlántico, donde se descongelaron y siguieron a la merced de las mareas, pero se cree que aquellos patos que lleguen a las costas de Inglaterra no aportarán datos científicos ya que llevan demasiado tiempo en el mar.
Las herramientas normales para estudiar las mareas son sofisticados aparatos con dispositivos de rastreo, las cuales son muy caras, por lo que el número de estas que se puede desplegar al mismo tiempo es limitado. Las boyas también son muy útiles, pero los miles de patitos han acelerado con diferencia este estudio.
Y aunque todo esto suene muy divertido y en verdad haya sido de gran ayuda para los oceanógrafos , la verdad es que Ebbesmeyer calcula que al año se pierden entre 2.000 y 10.000 contenedores al mar, y si estos se abren pueden llegar a ser muy dañinos para el medio ambiente.
Fuente: elmundo.es
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